Cadismo en vena

El cadismo se ha visto afectado por un duro varapalo, la pérdida de fuelle del club de sus amores

Cadismo: sinónimo de sufrimiento. El Cádiz, ese amor sin frenos que, aun sabiendo que no dejará nunca de dar disgustos, es el más sincero y cercano que vas a sentir. Y la la afición, el mayor bien de un club que, yendo poco a poco hacia la deriva, confía ahora más que nunca.

Recuerden, aficionados amarillos, cuando nos vimos sumidos en un pozo del que parecía que no saldríamos jamás. Recuerden, aunque tan solo sea un instante, aquellos amargos momentos en los que soñábamos con la supervivencia de nuestro equipo. Vivimos un milagro. El club de nuestras vidas recuperaba la vida.

Y recuperando la vida el club, la recuperamos nosotros. Viendo a nuestro equipo crecer y manteniendo a jugadores como Cifuentes o Salvi Sánchez en tres categorías distintas. Vimos como tras la llegada de Cervera, la dinámica cambió y logramos dos ascensos de categoría.

Y recuerden que nos movemos por un veneno amarillo que corre por nuestras venas. Si algo nos hace disfrutar, es aquello que semana tras semanas mata nuestra alegría dominical con un resultado negativo. Gozamos cada vez que vemos a nuestro Cádiz anotar un gol. Siendo breve, nuestros corazones laten en cadista. Nuestro idioma oficial es el carnavalero y nuestra religión el cadismo.

Mientras unos hablan de victorias, derrotas o empates, yo prefiero hablar de vivencias. Vivencias que me regala el verdadero amor de mi vida, mi Cádiz Club de Fútbol. Me quedo con anécdotas como cuando en las votaciones para el cambio de nombre de nuestro estadio salieron nombres como Francisco Franco o Santiago Abascal. Y es que en Cádiz, vivimos por dos cosas: el cadismo, y la guasa. Y, le duela a quien le duela, nadie podrá quitarnos ninguna de las dos.

Autor: Antonio García