El lateral argentino atraviesa su peor momento desde que llegó al Atlético de Madrid, muy lejos del nivel mostrado en el Mundial de Qatar
Tras la debacle colchonera en Dortmund, toca pasar página. Una dolorosa eliminación que quedará durante un tiempo presente en las mentes rojiblancas, pues la posibilidad de estar entre los cuatro mejores equipos de Europa era inmejorable. Pero no hay tiempo para detenerse en ella, más si cabe que por delante queda asegurar la plaza para la próxima Champions League. Una tarea pendiente que los de Simeone deben cerrar para estar en la élite por duodécima temporada consecutiva.
Sin embargo, el mazazo recibido ante el Borussia Dortmund pone en riesgo tal logro. Los ánimos están por los suelos y el escaso margen con el Athletic no da lugar a error, así que cualquier cosa que no sea mantener el pie en el acelerador puede costar caro. Y este domingo, ante el Deportivo Alavés, el conjunto madrileño medirá sus prestaciones ante un equipo que quiere aferrar la permanencia y que no tendrá compasión de un Atlético herido. Simeone sabe de la exigencia del duelo y así lo refuerzan sus primeras pruebas de un posible once en el que hay bajas respecto a la Champions.
Dos de ellas sonadas y que corresponden a dos de los jugadores más señalados tras lo de Dortmund. Álvaro Morata y Nahuel Molina no parecen ser de la partida en el esquema pensado por Simeone para el partido ante los babazorros. Dos ausencias sustentadas en su bajo nivel, en el caso del español por su cruz con los goles y por esa ocasión errada en el minuto cinco que podría haber cambiado la historia final. Y en el caso del lateral argentino, su posición es el mayor boquete en la plantilla rojiblanca y un filón para los rivales como lo demostró el Dortmund el pasado martes.
Un boquete que urge reparar
Mientras que a Morata le puede “salvar” su gran nivel en la primera parte del curso, para Molina no hay salvación. El rendimiento del argentino ha sido decepcionante, y más teniendo en cuenta la gran segunda parte que realizó la temporada pasada. Tras el Mundial, en el que brilló, Nahuel prolongó su racha y cuajó grandes partidos como colchonero. Pero aquello fue un espejismo, pues sus primeros meses en el Atlético sembraron dudas y esta campaña esas dudas han crecido mucho.
Su poca contribución ofensiva y su limitada aportación defensiva han hecho del argentino un boquete de gran tamaño que el Atlético acusa partido tras partido. Gran parte del peligro rival llega por la banda de Nahuel, muchas veces superado en el uno contra uno y con amplia facilidad para ser sorprendido a su espalda. Un conjunto de sucesos que hacen del flanco derecho una demarcación que urge reparar este verano. Solo Marcos Llorente, con un compromiso físico digno de elogiar cada día, ha servido de parche para tapar la herida.
Ahora, con Azpilicueta sano, Simeone medita sentar a Molina y dar entrada al navarro. Ya se deshizo en elogios hacia el español, aplaudiendo su entendimiento del juego y su versatilidad en defensa. Todo ello, sumado a la experiencia, hace de Azpilicueta un candidato a afrontar el tramo final de campeonato por delante de Nahuel. El argentino puede quedarse sin las infinitas oportunidades que le ha dado Simeone, que seguro se está preguntando dónde estará el Nahuel del Mundial.
